El equipo nacional brilló ante México con los triunfos en los dobles femenino y masculino de trinquete
SANTIAGO DE CHILE.- Hombres y mujeres que saltaban eufóricos, aferrados bien fuerte de sus brazos. Estaban envueltos en transpiración y en banderas albicelestes. Se miraban a centímetros con sus caras enrojecidas y no paraban de festejar, mientras sus gritos resonaban todavía más fuerte por el eco que dejaba la cancha azul de trinquete. El subidón emocional era total, quizás porque sentían que la pelota vasca tenía una deuda dorada en Santiago 2023.
Finalmente, en la última jornada de los Juegos Panamericanos, los y las pelotaris nacionales brindaron dos oros para el país, hasta aumentar la cosecha dorada hasta los 16, que salvó el 7° puesto que se planteaban de mínima los dirigentes en el medallero. Horas después llegaría la última dorada con las maniobras del cordobés José “Maligno” Torres en el BMX Freestyle. En el fin de semana final, la delegación nacional encontró el alivio en esa lucha mano a mano contra las ínfulas localistas de Chile.
Y allí estaba Hilaria, de dos años, que con su camisetita N°10 de Messi presenció el triunfo de su madre, María Lis García, junto con Cynthia Pinto frente a las mexicanas Dulce Figueroa y Laura Puentes. Una contundente victoria en trinquete por 2-0 (15-8 y 15-2) que habla de la sincronía de la platense y la tucumana en el rebote vertiginoso de la pelotita de goma, más allá de que se reconocen muy distintas. “Ella es una loca talentosa y es puro desparpajo, también fuera de la cancha. Yo no soy ni talentosa ni habilidosa, pero sí una deportista muy constante que perseveré con los años y ahí está la diferencia”, describe García, infalible en esta especialidad en sus tres citas panamericanas: había ganado doradas en Guadalajara 2011 (con Verónica Stele) y con Cynthia en Lima 2019. “Nos sabemos entender y tratamos de resolver el partido sacándolo siempre adelante”, apunta Pinto.
García, de 38 años, pensó en retirarse después de su triunfo en Lima. Ya buscaba formar una familia. Y cuando quedó embarazada, supuso que no podría combinar la maternidad con el entrenamiento. Pero con miras a la preparación para el Mundial de Biarritz 2022 le volvieron las ganas y se dio cuenta de que realmente podía seguir siendo competitiva. “Ya había pasado lo más difícil, así que continué. Está buenísimo para demostrar a las mujeres que se puede, pero que cada una elija. Tampoco es que todas las madres deportistas tienen que volver a su deporte a los dos meses de parir”.
Cynthia, de 35 años, tiene hijos más grandes: es madre de Isabela y Estéfano, de 9 y 7 respectivamente. Está contenta por el crecimiento de la pelota vasca en la rama femenina en el país, con tres polos fuertes además de Buenos Aires, como lo son Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. “Ha mejorado muchísimo, pero no es el caso de Tucumán. Antes no había chicas jugando a la paleta. Hoy faltan circuitos competitivos, pero se empiezan a ver cantidades de jugadoras dentro de los clubes. En un proceso futuro se empezará a ver más nivel para que también haya más recambio”. Así, juntas volvieron a poner a la Argentina en lo más alto, como hace cuatro años.
Y después llegaron los varones. Hablar de Facundo Andreasen y Alfredo Villegas es sinónimo de imbatibilidad: cumplieron con el pronóstico en trinquete, ya que vencieron a los mexicanos Arturo Rodríguez y Daniel García por 2 a 0 (15-8 y 15-2). Es una especialidad en la que Argentina no pierde jamás -salvo el oro que se escapó en Lima 2019-, sobre todo porque la liga local es muy grande y la de mayor jerarquía en el planeta. “Teníamos una presión descomunal, solo se había perdido hace cuatro años, y justo ante esta pareja de mexicanos”, recordó Facundo, cuyo apellido se asocia de inmediato con la pelota vasca y con la épica de los triunfos en campeonatos mundiales.
“Puly” Villegas, otro ilustre, múltiple campeón mundial, panamericano y nacional, dio un salto de calidad con el material de su paleta y pasó de la madera al carbono. “Es una obra de arte”, describió acerca de su instrumento para jugar. Y habló de la complicidad con su compañero: “Yo cuido los huecos para que después Facundo defina”. No fue una medalla dorada más, ya que Villegas encontró en esta recompensa un consuelo anímico: “Hace una semana me sentía triste por la muerte de Borromeo, un amigo de la pelota. Estoy emocionado por él y se lo dedico”.
La pelota vasca aprovecha estas ventanas de masividad en grandes citas a través de los medios, pero es un deporte difícil de televisar si las canchas son blancas con pelota negra, la combinación más usual en nuestro país y poco amigable para la cámara de TV. Mejor, que los escenarios sean verdes o azules con pelota blanca. Además, resulta muy complicado ubicar al público alrededor. Está expandido en 19 provincias afiliadas, con excepción de La Rioja, Corrientes, Santa Cruz y Tierra del Fuego, y se reparten por el país unos 1000 frontones y 600 canchas de trinquete, todas de pared, excepto una en San Luis que es de blindex, el material que domina en las competencias extranjeras. La gran mayoría no son reglamentarias a nivel internacional, otro problema.
“Queremos que nuestro deporte se profesionalice y gane en masividad. Hasta ahora solo tenemos a unos 15 jugadores que son profesionales”, apunta Pablo Lambardi, presidente de la Confederación Argentina de Pelota, que promueve la inclusión de la mujer en este deporte y potenciar el efecto a partir de la organización del próximo Mundial, en 2026. El sueño de la CAP es aceitar las escuelitas en los clubes y multiplicar campos de entrenamiento, en una disciplina con una historia de tremendos exponentes y muchos jugadores amateurs. En cada una de las participaciones argentinas en Panamericanos, la pelota aportó medallas, tanto en Mar del Plata 1995 como en Santo Domingo 2003, Guadalajara 2011 y Lima 2019. No fue la excepción en Santiago, Como para honrar a Oscar Messina, alias el Manco de Teodelina, el pelotari más famoso y convertido en leyenda.
